domingo, 28 de enero de 2018

TARZANA, UN CUENTO PARA LA IGUALDAD


  

     Para las mujeres el mundo laboral es todo un desafío, todavía no llegamos a mostrar lo que de verdad somos.  El tema de la igualdad de oportunidades está muy considerado últimamente, sin embargo son pocas las empresas que de verdad lo llevan a la práctica, digo pocas, por no decir inexistentes.  

     El cuento de Tarzana, que podemos ver en el vídeo, aunque parece una forma infantil de expresarlo, nos describe en cierto modo "la jungla" que sigue siendo el mundo.  Hemos "avanzado" como humanidad, hoy existen edificios  en lugar de árboles, grandes dueños de corporativas, muchas veces sin formación, en lugar de orangutanes, jefes déspotas en lugar de tigres y leones, compañeros de trabajo que buscan ascender como sea a costa del trabajo de los demás en lugar de cocodrilos y serpientes; y gobiernos de diferentes instituciones que hacen más cuesta arriba la igualdad, en lugar de montañas, ríos y cataratas.

     Sí, es una forma bastante negativa de describirlo, pero quiero enfatizar la idea porque aunque nos parezca absurdo que sigamos tan "paleolíticos", si nos detenemos a pensar, es la cruda realidad; y no es que solo sean los demás, aquí cada uno debe hacer un stop y decir..."y yo en qué parte de la jungla me encuentro, o qué personaje represento". Todos y "todas", interpretamos un personaje aunque no nos guste admitirlo.

     Lo que no vale tampoco, es que las mujeres nos dediquemos a llorar porque no nos dan un lugar, sino demostrar lo que somos.  Los mandatos de género o estereotipos establecidos que defienden la superioridad del macho, o las supuestas características que deben definir a la mujer, son solo ilusiones que nos han creado desde la infancia, es como cuando nos dicen que Eva nació de la costilla de Adán,  o que a Cenicienta lo vino a rescatar un príncipe, a Sirenita otro príncipe y a la bella durmiente otro.... la lista sigue por supuesto.

    Así también el mundo laboral está plagado de estereotipos, el capitalismo transmite la imagen del verdadero jefe como competitivo, agresivo y rudo; hasta pareciera que dichas cualidades son valores en los hombres de negocios, que observadas en una mujer se convierten en antivalores despreciables. Creo que las mujeres y los hombres con valores, debemos luchar por comprender que la eficacia y  el éxito de una empresa no se ajusta específicamente a que su director destaque en esos aspectos, sino en ofrecer identidad, honestidad, calidad, y precios justos para describir justicia, que también se ajusta a los puestos de trabajo, relaciones laborales y demás factores que hacen que una empresa funcione y tenga éxito.  Y.... para desarrollar estas cualidades en una empresa, no hace falta ser rudo/a, agresivo/a, ni competitivo/a. Entender la competitividad como un valor hace que la identidad se debilite, competir no es lo importante, cada uno es valioso/a, solo hay que ser la mejor versión para que el éxito esté asegurado.


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